viernes, octubre 13, 2006

Irreflexiones cinematográficas (IX): Burning Out or Fading Away

Hace poco vi con mi hermano por enésima vez Cuando Harry conoció a Sally. Él no la había visto así que prácticamente lo obligué a hacerlo. Mientras la veía me acordé de algo que me había dicho hacía poco YadaYada sobre que viendo la película le había vuelto a caer bien Billy Crystal y pensé, "¿Qué les pasó?". ¿Qué le pasó a Billy Crystal? ¿Qué le pasó a Meg Ryan?

Billy Crystal es a esta altura más recordado por presentar los Oscar que por sus películas y Meg Ryan pasea por Hollywood los restos de lo que alguna vez fueron una carrera y una cara. Jamás después de esta película volvieron a hacer algo al mismo nivel. Creo que ni siquiera algo notable.

Mi teoría es simple. Hay películas demasiado buenas que pueden acabar con un actor para siempre. Consumirlo completamente. Piensen en Malcolm McDowell interpretando a Alex de Large en La naranja mecánica con más intensidad que casi cualquier otra cosa que se haya visto en pantalla y piensen en que hizo después. Nada.

Hay algunos actores que son lo suficientemente grandes como para bancarse un par de papeles como esos y seguir intactos, o al menos en apariencia. O tal vez solo aguantan el daño por un tiempo para después sufrirlo todo junto. Como Robert De Niro, o Al Pacino, o Marlon Brando. Casi cualquier actor habría desaparecido en las garras de un personaje como Travis Bickle, a Bob en cambio, que ya había aguantado indemne Mean Streets y el papel del Vito Corleone joven de El padrino, le dio para cuatro años después estar haciendo de Jake LaMotta en Raging Bull y bancarse más que decentemente los 80's, pero, ¿en qué estado llegó a los 90's? Salvo por sus últimas colaboraciones con Scorsese (que tampoco son de lo mejor de ninguno de los dos salvo por Goodfellas) De Niro en los 90's estuvo perdido en una nebulosa de la que ya no tiene posibilidades de salir.

Más o menos lo mismo les pasó a los otros dos. Después de años de carrera intachable que incluyen obras maestras como las dos primeras parte de El Padrino y Cruising los 90's lo agarraron pasado de rosca y sobreactuando a dos manos como si nunca hubiera podido salir del papel de Tony Montana (ahí la sobreactuación estaba justificada por la grandilocuencia del personaje y la película en sí misma), aunque reconozco que no actúa en tantas porquerías como De Niro. Lo de Marlon Brando es mucho más raro, después de una carrera larguísima con idas y vueltas, vaivenes de todo tipo y unas cuantas obras maestras donde demostró claramente su genialidad, hizo su último papel flaco en Superman para interpretar a Kurtz en Apocalypse Now ya gordísimo y nunca más volver. Ni siquiera él podía volver de Kurtz, pero seamos justos, ¿cuántos habrían sobrevivido a Vito Corleone, Paul de El último tango, Stanley Kowalski y Johnny "The Wild One" Strabler? Nadie.

Caso más curioso es el de Klaus Kinski. Kinski no se deshizo después de una película, el fin de Kinski fue un director, Werner Herzog. Kinski no hizo cosas buenas ni antes ni después ni durante su relación con Herzog. Nada bueno salvo por las cinco genialidades en las que actúo para Herzog y redefinió el concepto de actuar con intensidad. La última fue Cobra Verde, una película que no suele recordarse mucho pero que es tan buena como cualquiera de las otras, si no mejor que alguna.

Siempre hay una morbosa fascinación por ver una carrera extinguirse de golpe. Es por eso que uno aprecia el Hollywood clásico y lee Hollywood Babylon y encima se identifica con Kenneth Anger porque comparte esa misma fascinación. Pero esto es más raro, no estamos hablando de actores y actrices devorados por Hollywood y escupidos como sobras. Estamos hablando del valor agregado que tiene ver una película sabiendo que una carrera termina con ella y desaparece arrastrada por los créditos, como la marea arrastraba a Kinski al final de Cobra Verde.